martes, 24 de noviembre de 2009

Es un tipo raro, dicen

Palabras todo el tiempo.

Desde el río hasta el mar,
siempre palabras;
espirales que levantaban olas,
puños de agua con pétalos de peces,
verde y tornasol
para asestarle al mundo una tormenta
que nos trajera otra vez el húmedo silencio.

Maravillado,
en medio del desierto,
con la sonrisa de haber bebido entre tus piernas...

Hoy sólo mira
las marcas secas
de tus pasos.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Abordaje

Si no puedo ser para el cangrejo
la paz que necesita
-sin más ni más que estar presente
pues suya es de por sí la playa-,
aún seguir al sol sugiere
partir a navegar desde la orilla
donde reunimos viento y arena,
el cielo boca arriba era su pecho
y las tenazas retenían
la luz de ayer. El abordaje,
preludio del naufragio,
es hito entre después y ahora.

martes, 10 de noviembre de 2009

INSPIRACIÓN

Se dirigió hacia la mesa de trabajo con la idea de escribir una historia que expresara el límite milenario del cielo protector; el instante etéreo en que la esperanza es más que un anuncio de la salvación posible y destruye cualquier atisbo de derrota; la transición de los protagonistas hacia la plenitud y la dicha con que arropa el éxito…desafortunadamente su café era poco, estaba frío, y toda obra es reflejo de su tiempo.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Diagnóstico

Como si algo le faltara y necesitara expresarlo para tener la constancia de lo que estaba sucediendo, Segismundo cerró la puerta a sus espaldas y se dirigió a su esposa:

--He tenido que escuchar palabra por palabra aunque mis pies me impulsaban a salir corriendo. El doctor Polanco ha sido definitivo. Nuestro hijo no es conciente de sus actos ni de sus pensamientos, ha perdido el contacto con la realidad. Ya no tendrá lucidez, ni su psicosis le dará momentos de libertad. Seguirá viendo esos duendes, al final del túnel, por siempre. En la Clasificación Internacional de Enfermedades su caso está catalogado como esquizofrenia paranoide. Normalmente estos transtornos inician en la adolescencia y nuestro pequeño Segismundo tiene ya treinta y siete años.

La mujer se puso de pie, abrió la puerta que acababa de cerrar su marido, y decidió llevar a Segismundo a la clínica mientras se lavaba la cara. Pensó que, al menos, eran afortunados de no haber tenido hijos.