El incendio de la tarde
amenaza con abrir tu nombre,
separar sus sílabas:
el viento que te evoca,
en el jardín de nadie;
y cegar el cuaderno,
tupir las hojas con tus signos
hasta que sean restituidas
mesas peanas altares
y la piedra ayude
a olvidar tus trazos en parábolas.
jueves, 24 de septiembre de 2009
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